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jueves, 16 de mayo de 2013

Nada está escrito

 El otro día estaba sentada a la mesa después de haber comido, junto a mi madre, viendo las noticias. Últimamente no me apetecía verlas, la verdad sea dicha, siempre hablaban de cosas que no entendía, que  si la prima de riesgo, que si las acciones o las condiciones que el Fondo Monetario nos imponía para poder subsistir,.. Todos aquellos recortes en la sanidad, o en la educación, la subida del IVA, o que el precio de la electricidad que cada poco roza lo inalcanzable,.. Y eso por no hablar de los casos de corrupción de unos partidos y otros o los vaivenes de la monarquía actual, vamos, un despliegue de malas noticias diarias, nunca ponen algo alegre.
En fin, estaba viendo el telediario cuando una noticia me gustó; por primera vez en bastante tiempo esta hablaba de que a pesar de la situación actual tan dura que estamos viviendo, las personas encuentran ayuda y consuelo en los demás, las familias se ayudan, los amigos te dan comida y cada día las personas están más implicadas, dan donativos a los servicios sociales y comprenden la relevancia que tiene esto en los momentos críticos.
Entonces empecé a pensar. Que quizás fuera hora de darnos cuenta de que nosotros tenemos el poder de cambiar las cosas con un pequeño gesto, con unas palabras, o sonriéndo a los desconocidos que pasan por la calle. Nos negamos a ver que nosotros somos los que siempre hemos luchado; desde la antigüedad hemos sido nosotros, el pueblo, el que ha luchado por la libertad y por un mañana mejor. Y no hablo de ideologías políticas, ni de nacionalismos, no hablo de banderas, de religiones o de sexos,  hablo de que somos poderosos y nosotros podemos con todo.
Quizás la noticia sólo sea el principio o la demostración que, tras mucho tiempo, las personas empezamos de nuevo a ser personas, a ser empáticas, a ayudarnos unas a otras, a luchar juntas, y que la caridad (Actitud solidaria con el sufrimiento ajeno, no como dicta la religión cristiana, una de las tres virtudes teologales, que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos) vuelve a nacer en las personas.

Tal vez sea hora de darnos cuenta de que todo aquello por lo que nuestros abuelos lucharon, lo hemos ido dejando poco a poco, y que nosotros somos los que hacemos el futuro, nada ni nadie puede elegir por nosotros.
Pensé en todas aquellas personas que alguna vez me dijeron que ir a una manifestación por la lucha de un derecho es absurdo, porque nunca nos harán caso; es cierto, pero si no luchamos ¿Quién lo hará por nosotros?  O todas las personas que no reciclan, porque el planeta ya está perdido, o las que, cuando empieza a llover, salen en coche. Nada está perdido, porque no hay nada escrito ni nada está predestinado; el futuro (por muy idealista que suene) está por escribir, y en nuestras manos. Ahora nos toca a nosotros.



De Carmen García Méndez 4º A 

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